Tengo muy pocas cosas claras en la vida. Aún no sé cuál es mi trabajo ideal, ni mi ciudad favorita para vivir, ni siquiera me decido entre dulce o salado para desayunar, pero hay algo que siempre he sabido: en los garitos bolleros no se liga. No hay que echarse las manos a la cabeza ni montar dramas de esto, solo es una cosa que está ahí, que todas sabemos y que nadie remedia.

Hay muchos motivos por los que una chica no se atreve a entrar a otra, principalmente el miedo al rechazo, que en el caso de las lesbianas puede ser doble. No solo tenemos que enfrentarnos al hecho de que podemos no gustarle, si no que podría ser heterosexual y que la cagada se magnificase. Así en frío, yo pienso ¿qué más da? Pero en ese momento sé que me acercaría a mis amigas y les diría “larguémonos”. También hay mucha tía haciéndose la interesante esperando a que la mujer de su vida llegue a rescatarla como si un garito bollero fuese un escenario de película de Disney.

Para evitar situaciones como esta, las lesbianas de todos los lugares del mundo han adoptado una estrategia más pasiva y que implica un riesgo mínimo (a parte del de volver a casa solita), una técnica revolucionaria conocida como la técnica de las miraditas.

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La técnica de las miraditas es tan antigua que aún no consigo entender por qué se sigue utilizando si nunca da resultado. Ya sabéis a qué me refiero. Una chica tomándose una copa, codo en barra, hace un barrido visual por el horizonte lésbico de la discoteca en cuestión. Localiza a su presa y le clava la mirada como si de un puntero láser se tratara, persiguiéndola donde quiera que vaya. Ella no se mueve, el codo sigue en la barra y la copa en su mano, pero algo ha cambiado en su interior. Se siente más segura, más sensual, y mientras piensa “te voy a dar lo tuyo y lo de tu prima”, intenta desarrollar poderes telepáticos achinando los ojos para transferirle ese mensaje.

Y así toda la noche, todas las noches. Lo que más me asombra de todo esto es que muchas de las chicas que se sirven de miraditas para ligar, piensan que realmente funcionan pero que los astros se alinean en su contra, evitándoles alcanzar su objetivo. Cuántas veces estando de cañas un domingo por la tarde, comentando la jugada del día anterior, escucharemos comentarios en plan “la estuve mirando toda la noche y cuando se me iba a acercar, vinieron sus amigas y se fueron a otro bar” o “justo cuando me iba a lanzar encendieron las luces y me cortaron el rollo”.

¡Qué dura es la vida de la bollera, oiga!

Particularmente, a mi me da un poco de cosica que alguien se me quede mirando fijamente durante mucho tiempo y me hace pensar cosas feas de la observadora, como que es una psicokiller en potencia o que está sufriendo un ataque de locacoñez extrema. ¿Dónde ha quedado lo de acercarse y entablar conversación?

1 Comment

  1. Mundocansino Reply

    Amiga, ¡has vuelto! A mi cuando me miran tanto creo que tengo algo en la cara, un mono¿? O que le resulto conocida…lo de ligar así tampoco me convence…

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