Un día más, voy a hablar de tópicos. Como estamos a mitad de semana y para ir abriendo boca de cara al finde, me parece un momento perfecto para hablar de nuestros odiados y a la vez queridos antros bolleros. A mi me gusta muy poquito salir de fiesta, prefiero mil veces quedar con las amigas y tomarnos unas cañas hasta que el cuerpo aguante, pero he de reconocer que las pocas veces que me animo a trasnochar siempre acabo en bares de lesbianas. Supongo que a muchas de vosotras os pasa como a mi, que todos esos sitios os provocan un montón de sentimientos encontrados porque en ellos os han ocurrido mil cosas.
En el fondo yo me alegro de que sea así, de que esos locales no sean un paraíso bolleril a lo L Word, donde todo es cool y en cada esquina hay un bellezón. Bueno… de esto último no me alegro, pero igualmente me parece entrañable y creo que ahí reside su encanto, ¿si no de qué íbamos a hablar en las quedadas bolleras?
A más de una se os habrá pasado por la cabeza la genial idea de montar un bar bollero y al decírselo a vuestras amigas, alguna habrá propuesto que solo entren tías buenas. A mi eso me parece fatal por muchos motivos. Pensaréis que el primer motivo es la discriminación y el elitismo pero no, amigas géminis. Lo primero es lo primero, y cuando se emprende un proyecto de esta índole, como es un bollibar, donde todas las personas que vayan tendrán en sus mentes una imagen clara de lo que va a suceder en él, no se puede andar una con chiquitas: hay que respetar los tópicos de los garitos bolleros.
Con esto quiero decir que vuestro pub debe ser pequeño y cutre, con decoración ausente o poligonera, paredes de colores chillones o, por el contrario, tonos apagados cercanos al caca. Debe contar con una plataforma donde las más atrevidas se suban a bailar (y otras cosas que ya sabéis y no voy a contar aquí), y una escalera infernal y estrecha que descienda hasta los baños. La música tendría que ser lo suficientemente horrible como para que se te quiten las ganas de vivir o en su defecto de emborracharte hasta perder la noción de la realidad. Y lo más importante de todo, tendréis que cobrar ocho euros por entrar, que se vea que las bolleras cotizan al alza.
Y ahora os dejo que sigáis con vuestros quehaceres diarios.
Nos vemos en los bares.
4 Comments
Yo soy de las que quiero montar un antro bollero y, por supuesto, solo dejaría pasar a las guapas. A las guapas según mi criterio, claro, que para eso soy la dueña. Guapas con rollo, que vistan bien, que se dejen el chandal para los domingos, las gorras para las excursiones y las cejas de mapache… para los mapaches.
Por otro lado, he de apuntar que si has sobrevivido a los baños del Medea y al fondo sur del Escape, puedes sobrevivir a la Tercera Guerra Mundial.
Si vas a ser presidenta, ¿para qué quieres el bar? El Medea daba mucho miedo, pero la 2 Fast era peor. El Olivia tampoco lo hacía mal, aunque a mi me encantaba.
Una buena presidenta necesita un buen antro para divertirse, sino te pasa como Rajoy, que se te queda carusa de amargao.
¿ya no se sigue haciendo la NST? Una gran pérdida para la humanidad.
Alguien me ha dicho que ahora se hace la Coneja Party. Habrá que ir.